Una de las tres virtudes que un equipo necesita para llegar a la excelencia es mantener un hambre inteligente. El hambre, junto a la humildad y la empatía son las tres grandes virtudes de los equipos ideales.
El hambre inteligente es un concepto diametralmente opuesto a la ambición desmedida. En este contexto está relacionado directamente con la actitud de ir más allá de lo esperado, de la proactividad y de la responsabilidad profesional por encima de incentivos externos ni de recordatorios permanentes. El hambre tiene que ver con el afán de superación, con la mejora continua dentro de un contexto adecuado de desarrollo. Al fin y al cabo, el hambre está íntimamente ligado con la necesidad vital de aprender y ser más competente profesionalmente. Te pido que alejes esta idea del estereotipo de personas que viven patológicamente por y para el trabajo, desatendiendo otros aspectos de su vida personal y social. No tiene nada que ver con eso.
La gran dificultad inherente a esta virtud es que sin lugar a duda es la más compleja de modificar cuando alguien no la posee. No tener hambre trae consigo muchas ventajas, pero por encima de todas está la de asumir menos responsabilidades que otros compañeros de equipo.
Es por este motivo por el que muchas personas explicitan abiertamente su carencia de hambre y que prefieren recibir instrucciones y cumplirlas tal y como se espera de ellas. Esto no las hace malos profesionales ni mucho menos. De hecho pueden ser magníficos profesionales, pero no les hace los jugadores más adecuados para un equipo
¿De qué manera podemos estimular el hambre en un equipo?
Navegando por las ideas de Patrick Lencioni, estás son algunas de las herramientas para conseguirlo:
#1 Pasión por el cometido y el equipo. Es decir, encontrar la manera de conectar con la necesidad vital de cada ser humano de sentirse importante y entender que lo que hace es significativo para el colectivo. Si no te sientes importante dentro de un grupo olvídate de tener hambre
#2 Expectativas claras. Establecer conjuntamente expectativas claras de los comportamientos de cada persona y hacerles responsables de las mismas. Cada persona necesita responsabilizarse de sus propias expectativas y rendir cuentas por ellas. Uno de los mayores problemas que se observan en muchas organizaciones es el hecho de que pase lo que pase, nunca pasa nada.
#3 Trabajar incesantemente el poder del estímulo. Estimular los comportamientos que van en la línea del desarrollo del hambre colectivo es de vital importancia para entrenar el músculo del afán de superación. Abandonar el elogio estéril por el estimulo productivo.
#4 La coherencia del líder como modelo de referencia. No es necesario que el líder de un equipo se muestre siempre con hambre. Hay momentos en la vida de un equipo que esto no sucede. Sin embargo mostrarse vulnerable en esta virtud y esforzarse para seguir mejorando es la mejor manera de transmitir la necesidad de tener hambre.
#5 Mantener un feedback firme, claro, directo y profundamente respetuoso, siempre después de haber estimulado la autorreflexión del colaborador.
Claves que pueden o no servir para estimular el hambre en los miembros de un equipo pero que dan una idea de la importancia de mantener el permanente afán de superación.