Hace unos días en la sección que semanalmente comparto en Radio Marca hablamos de cómo podemos entrenar la felicidad.
La felicidad es un estado de ánimo de quien disfruta en plenitud de lo que vive. Quizá la felicidad tenga mucho que ver con la serenidad o al menos con la sensación que provoca, tal y como explica Jorge Bucay en este video
Decía Ortega y Gasset que “Si nos preguntamos en qué consiste ese estado ideal de espíritu denominado felicidad, hallamos fácilmente una primera respuesta: la felicidad consiste en encontrar algo que nos satisfaga completamente”. La felicidad aparece al coincidir lo que él denomina “nuestra vida proyectada”, que es aquello que queremos ser, con “nuestra vida efectiva”, que es lo que somos en realidad.
¿Cómo se entrena?¿Cómo podemos trabajarla?
Comparto contigo algunas claves que podrían mejorar tu estado de ánimo y hacerlo un poco más feliz:
Atrévete. Asume desafíos. Nada ocurre en los entornos confortables. No hay nada más peligroso que el hecho de que nunca pase nada. Las cosas suceden en los lugares más insospechados, que normalmente no suelen ser los más agradables.
Acepta el fracaso, o más bien, acepta el error como parte del aprendizaje. Los errores son maravillosas oportunidades para aprender si estás dispuesto a hacerlo. Aceptar es no oponerse a algo tan natural y cotidiano como no conseguir lo que te propones. Aceptar que la vida no es una frase en 140 caracteres llena de palabras bonitas que tratan de evadir la realidad y que en ocasiones resulta dolorosa. No podemos evitar el dolor pero si podemos decidir cuanto sufrimos con aquello que nos duele. Los fracasos que duelen hablan de lo importante que son los proyectos en los que nos encontramos inmersos. Aceptarlos como parte del proceso de aprendizaje nos hace más conscientes de la importancia de seguir adelante.
Pierde el control, porque solo así se puede gozar de la vida con plenitud. La realidad es que controlamos mucho menos de lo que pensamos, pero tratamos de hacerlo de un modo u otro. Tratamos de controlar nuestra vida y la de otros, controlar lo que nos rodea e incluso aquello que es incontrolable. Planificamos al detalle un futuro incierto y perdemos la oportunidad de vivir y disfrutar del presente. “Piensa en hoy porque no sabes si mañana estarás aquí”. Pues no estoy de acuerdo con esto. Una cosa no debe anular la otra ni hacerlas antagónicas. Déjate llevar con la inteligencia de quien sabe que lo normal es vivir mucho tiempo. No consiste en pensar solo en el día de hoy sino en gozarlo sabiendo que hay futuro por delante y hay que pensar que lo más probable es que mañana vuelvas a despertar. Solo ocurrirá una vez lo contrario.
Deja de ser rígido. Fluye. La sociedad ha dejado de ser rígida y ha dado paso a una realidad más líquida tal y como nos habló Bauman, incierta y ambivalente. El nomadismo del que este filosofo polaco habló para caracterizar a las personas que viven en esta nueva modernidad se aleja del rasgo contenido de generaciones pasadas. Fluir se convierte en una aspiración del hombre moderno.
Pon el foco en el proceso. Céntrate en hacer las cosas cotidianas y en hacerlas bien para que nadie las tenga que hacer por ti. No mires patológicamente el resultado porque llegará en el momento que dejes de disfrutar de lo que haces. La felicidad es un estado que tiene que ver con el camino más que con la meta.
Y si quieres ver a alguien feliz, regálale un proyecto retador que se apoye en el esfuerzo sostenido en el tiempo, para que entienda que la felicidad se construye día a día y que, como la vida, siempre será incompleta.