En el camino hacia el alto desempeño en los equipos de trabajo, el compromiso colectivo es una estación de paso obligada. Merece la pena un ejercicio de reflexión que nos acerque a elementos que construyen compromiso.
Si existen dos rasgos identificativos de los equipos comprometidos sin duda son la claridad en la toma de decisiones y la aceptación de las mismas por parte de todos los componentes del equipo, aunque algunos no lo compartan. Dicho de otra manera, la ambigüedad y la sumisión colectiva se convierten en inhibidores del compromiso del equipo.
Las dos principales claves para construir compromiso sobre la base de una confianza previamente bien consolidada son:
No buscar el consenso, sino la mejor decisión posible. En muchas ocasiones solo apoyamos las decisiones del equipo si coinciden con las nuestras personales. En caso contrario tendemos a hacer una resistencia pasiva, que a la larga genera micro conflictos que erosionan al equipo. Las personas que se sienten parte de un equipo no necesitan que sus ideas triunfen para apoyar incondicionalmente al equipo.
La clave consiste en asegurarse de que todas las opiniones son escuchadas y consideradas con autenticidad. Esto aumenta notablemente la posibilidad del apoyo de todos los componentes del equipo.
Cuando un equipo persigue el consenso cae en el error de encontrar y conformarse con la primera decisión válida que surge y que termina siendo más tranquilizadora que eficiente.
Abrazar la incertidumbre. Alguno de los grandes problemas de muchos equipos disfuncionales reside en la “parálisis por análisis”, es decir, postergar las decisiones hasta estar completamente seguro de la decisión que se debe tomar. Es mejor tomar una decisión atrevida sin la seguridad de acertar que no tomar ninguna decisión (aunque al fin y al cabo, no decidir es una decisión en si misma).
Revisar las decisiones más importantes adoptadas después de una reunión y aclarar qué decisiones son confidenciales y qué otras deben comunicarse de manera inmediata, clara y transparente.
Trabajar con deadlines (fechas límite). Una decisión importante se respeta si se pone una fecha límite en la que se haya cumplido lo decidido. De esta manera se reduce la ambigüedad.
¿Qué es lo peor que nos puede pasar?. Imaginar el escenario más adverso posible ayuda a reducir el miedo a la toma de decisiones ya que se toma conciencia con realidades manejables y con nuevas vías de solución a través de planes de contingencia.
Hacer demos de riesgo controlado. Obligarse a tomar decisiones en entornos razonablemente controlados ayuda a darse cuenta de que las decisiones que tomamos no varían mucho de lo que haríamos en otros entornos más complejos. Es una cuestión de entrenamiento.
Querido amigo Álvaro, muchas gracias por compartir tus conocimientos y experiencias puntualmente todos los lunes.
Personalmente me aportan mucho.
Seguimos en contacto.
Cuidate, un abrazo.