Soñar no sólo es gratis. Soñar puede resultarnos muy rentable si somos capaces de gestionarlo y vivirlo correctamente. Pero hasta para soñar hay que saber hacerlo.
Soñar nos da la posibilidad de poner el foco en la dirección donde queremos mirar, de visualizar el futuro que deseamos pese a que, en muchas ocasiones, sea muy difuso. Sin duda una característica de los sueños es que pocas veces son nítidos, tienen muchos huecos y muchos vacíos.
Soñar, si no se aterriza, nos puede confundir. Es verdad que el sueño es difuso y no podemos vivir en un sueño permanentemente. Es por este motivo por el que un sueño debe transformarse en una visión. Pero, ¿cómo lo hacemos?
El sueño no tiene ningún coste porque no tiene compromiso alguno por nuestra parte. Al fin y al cabo es un deseo por el que no pagamos ningún precio. Sin embargo la Visión se convierte en el resultado de nuestros sueños unidos al compromiso por conseguirlos. Y es así, en la acción, en el compromiso o como a mi me gusta llamarlo: Entrenamiento.
La visión lleva inherente el compromiso real de perseguir ese sueño comprometido.
Y este es el primer nutriente del sueño: El compromiso. Y cuando decidimos comprometernos por nuestro sueño decidimos “poner toda la carne en el asador” siendo muy conscientes de que el compromiso empieza por lo más pequeño e insignificante del día a día. “Piensa en grande y actúa en pequeño” nos puede servir de primer plato para alimentar nuestro sueño.
El segundo plato que no solo alimenta sino que fundamentalmente nutre nuestro sueño comprometido es la autoconfianza. Necesitamos revisar y en muchos casos transformar nuestras creencias para tener siempre lleno el deposito de combustible que es nuestra autoconfianza. El camino hacia nuestra visión es inacabable por lo que no podemos desatender al combustible que nos permite continuar cuando el camino se pone difícil. Nos rendimos cuando damos por buenas las creencias que nos limitan, cuando nos creemos nuestra incapacidad frente a los primeros obstáculos.
Y de postre, no nos olvidemos que no estamos solos. No nos olvidemos que los sueños compartidos nos enriquecen sobre manera. Compartir sueños nos permite regalar nuevas visiones. Un acto de generosidad que solo está al alcance de quienes han recorrido gran parte del camino.
Os dejo un video precioso de una historia llena de sueños y visiones.
Fantástico vídeo; gracias
Gracias Alvaro. A mí la vida me ha ido demostrando que los sueños a veces se hacen realidad. No se si confundo sueños con ilusión, deseo y pasión. Mi sueño era tener hijos y me dijeron que no podía tenerlos, luche y ahora soy madre de familia numerosa. Mi sueño y hoy mi vocación era ser profesora y es lo que estoy haciendo y me encanta. Mi sueño más mundano era tener una casita de campo y es donde mi familia descansa, disfruta de las cosas pequeñas y con pequeños detalles la cuida.
Insisto no se si son sueños, y no sé si a veces soñamos demasiado pero me gusta SOÑARRR. Cuídate y muchas gracias por ayudarnos a empezar así la semana….Esther
Eres un monstruo y además muy feo. Besitos.
Yo también te quiero 🙂
“We are such stuff our dreams are made on / and our little life is rounded with a sleep”. (Shakespeare)
Genial!!!
Un besito fuerte
Impresionante!!!!!
Que gran lección
Gracias Álvaro
Abrazos
Fenomenal este artículo. Muchas gracias por tus reflexiones 🙂 Me encantan. Besitos desde Isla de Madeira (Portugal)