Nuevo curso, inicio de temporada y regreso de las merecidas vacaciones de verano, si es que estás a este lado del hemisferio. Si no es así, recuerda volver a leerlo en febrero.
Sea como fuere, al menos un par de veces al año nos encontramos en la misma tesitura. Unos días de vacaciones que nos permiten conectar con nosotros mismos, nos ayudan a parar y recuperar la energía perdida tras meses de trabajo intenso y de responsabilidades diarias.
Y en ese descanso nuestra cabeza empieza a elucubrar nuevos propósitos para el curso que da comienzo. Volver a hacer deporte, mejorar los hábitos alimenticios, descansar más, dedicarse más tiempo a uno mismo o ser más productivo y no dedicar tanto tiempo a trabajar.
Sin embargo a las pocas semanas solemos fracasar rotundamente, volvemos a despistarnos en el día a día y abandonamos los buenos propósitos que hicimos.
¿Cómo es posible que nos ocurra esto de manera recurrente?
En muchas ocasiones intentamos abarcar más de lo que podemos, no somos disciplinados y a la mínima de cambio abandonamos los nuevos hábitos que comenzamos.
“Solo un hábito puede dominar otro hábito” Og Mandino
Las rutinas improductivas no desaparecen nunca de nuestro cerebro. La única manera de modificar una rutina improductiva es generar una nueva que sea más productiva a través de nuevos hábitos. Pero debemos ser conscientes que las rutinas improductivas no van a desaparecer nunca sino que quedan latentes en nuestro cerebro.
Una clave para generar nuevos hábitos reside en abordarlos de uno en uno. No trates de abordar más de uno aunque te parezcan sencillos. Para poder entrenar tu fuerza de voluntad es necesario empezar a hacerlo enfocándote en un solo hábito. Dedícale al menos tres semanas a que se automatice y no falles ni un solo día. Y si fallas, vuelve a comenzar. La construcción de un hábito exige mucha disciplina. Según vayas consiguiendo tener éxito, te resultará más sencillo abordar el siguiente.
Si quieres empezar a hacer ejercicio, hazlo todos los días aunque tan solo sean 10 minutos. No te permitas la más mínima distracción porque en ese caso el cerebro, que siempre busca ahorrar la mayor energía posible, volverá a su rutina anterior.
Uno de las rutinas más improductivas a nivel laboral tiene que ver con las distracciones tecnológicas que nos desenfocan de nuestras tareas y nos hacen tremendamente improductivos, gestionando mal el tiempo y alargando nuestras jornadas laborales. Ya sé que no es el único motivo por el cual el día de trabajo se alarga tanto. La sobredosis de tareas es otro componente, pero siendo autocríticos muchos sabemos que el mal uso de las tecnologías es un catalizador de la improductividad.
Quédate con estas cuatro ideas que pueden ayudarte a mejorar tu foco de atención y a ser más productivo:
No te conectes nada más despertarte. No revises emails, whatsapps y demás redes sociales al menos hasta que haya pasado una hora. Y si tienes familia, disfruta de ella al despertarte. Si no la tienes, disfruta de ti.
Enfócate en las tareas que te exijan más atención intelectual en las primeras horas del día. Y hazlo sin estar conectado a internet.
Elimina todas tus notificaciones en el móvil. Decide tú cuando contestar. No estás obligado a hacerlo de inmediato.
Cuando llegues a casa, guarda tu móvil un par de horas. Si tienes hijos, hazlo desde que llegues a casa hasta que se acuesten (siempre y cuando llegues antes, cosa que te recomiendo encarecidamente. Ellos también lo harán).
Yo he empezado a dejar el teléfono en modo avión un par de horas por la mañana y otro par de horas por la tarde. Y funciona.