Ser escuchados es la vía indispensable para conseguir sentirnos parte de cualquier grupo. Al fin y al cabo, escuchar con autenticidad debería ser la competencia social más importante a desarrollar por cualquier líder, maestro, entrenador o padre.
Este decálogo que hoy comparto contigo, está extraído del artículo La mejor respuesta al fanatismo: Liberalismo, escrito por el filosofo británico Bertrand Russell y publicado en The New York Times el 16 de diciembre de 1951, ya siendo premio Nobel de Literatura (1950), en el que expuso una verdadera declaración de intenciones relacionadas con la buena educación.
La buena educación y el aprendizaje consisten en demostrar una actitud de eterno principiante, alentando incansablemente el pensamiento inteligente, argumentando verazmente y con respeto, estimulando la inteligencia creativa, gozando del debate productivo de las ideas, con humildad, coherencia y honestidad.
Sin embargo, ¿en qué momento se nos olvidaron estos principios cuando educamos y lideramos en nuestros trabajos y en nuestras vida?
No te sientas absolutamente seguro de nada.
No creas que vale la pena ocultar pruebas, la evidencia inevitablemente saldrá a la luz.
Nunca intentes desalentar el pensamiento, porque seguramente lo lograrás.
Cuando encuentres oposición, incluso si proviene de tu cónyuge o hijos, intenta superarla con argumentos y no por autoridad, ya que la victoria que se basa en la autoridad es irreal e ilusoria.
No sientas respeto por la autoridad de otros, ya que siempre encontrarás otras autoridades que los contradigan.
No uses el poder para suprimir opiniones que creas dañinas, ya que si lo haces las opiniones te suprimirán a ti.
No temas ser excéntrico en tus opiniones, ya que cada opinión ahora aceptada alguna vez fue excéntrica.
Disfruta más con la discrepancia inteligente que con la conformidad pasiva, pues si valoras la inteligencia como debieras, aquélla significa un acuerdo más profundo que ésta.
Sé escrupulosamente veraz, aunque la verdad sea inconveniente, ya que será aún más inconveniente si intentas ocultarla.
No sientas envidia por la felicidad de los que viven en un paraíso de necios, pues sólo un necio creería que eso es la felicidad.
Disfrutar, apartar el miedo al error, no utilizar ni amenaza, ni castigo ni chantaje para regalar herramientas de buen aprendizaje a quienes lideramos. Qué importante resulta estimular un correcto pensamiento crítico que aliente la duda razonable y la reflexión profunda en un mundo en el que dejaron de existir las verdades absolutas.
Un decálogo de absoluta actualidad, que puede hacer que nos cuestionemos si algo ha cambiado desde entonces. Seguro que muchos educadores, líderes, padres y entrenadores tienen integrado este decálogo en su manera de hacer día a día. Aunque indudablemente queda mucho camino por andar.
Aprender es aceptar la inseguridad y la duda razonable. Solo así mejoramos gracias al aprendizaje profundo y riguroso.