Existe una afición muy extendida especialmente en Japón a criar un pez llamado Koi, que es una variedad de carpa muy colorida.
Si bien es muy conocido en Japón, sus orígenes se remontan a la antigua China ya que forman parte de su mitología y es un elemento muy recurrente entre los aficionados a los tatuajes. Según la mitología China este pez fue capaz de remontar el Rio Amarillo y superar cascadas hasta convertirse en un dragón. Es por ello que quienes se lo tatúan lo hacen por la vinculación que este símbolo tiene con la superación de grandes dificultades, la osadía y la confianza
La afición a la cría de esta variedad de carpa se extendió a partir de 1914 cuando fueron expuestos en la Exposición anual de Tokio. De ahí se extendió a todo occidente.
Estos peces pueden llegar a vivir de 30 a 40 años si son bien cuidados y el precio más alto que han llegado a pagar por un ejemplar ha sido de 100.000 euros.
Lo fascinante de este pez es que si vive en un hábitat muy reducido tan solo crece alrededor de unos 5 centímetros de largo. Sin embargo en un estanque grande esta variedad de carpa puede crecer hasta 1 metro, pudiendo alcanzar los 2 metros si los ejemplares viven en libertad en lagos naturales.
El tamaño del pez tiene una relación directa con el contexto en el que habita.
Esta metáfora nos resulta muy útil para explicar la importancia de los contextos, no solo físicos sino también de pensamiento.
No es casualidad que la palabra Koi tenga varias acepciones además de carpa. La misma palabra sirve para hablar de amor y afecto.
Pues nuestro talento es como un koi. Puede quedarse relegado a un tamaño pequeño si no vive en contextos de crecimiento.
Curiosamente lo que hace que el valor del Koi aumente es la originalidad y autenticidad de su colorido. Pero para ello necesita ser cuidado con el mismo afecto que destila de su nombre.
Resulta una paradoja que la carpa sea una de las 100 especies exóticas invasoras más dañinas del planeta y el koi, una de sus variedades, posea la belleza que le lleva a ser cuidada con tanto cariño.
De la misma manera sucede con nuestro talento. Puede llegar a perderse en el olvido provocado por el descuido o puede llegar a convertirse en algo único.
En gran medida depende de la libertad que le demos a nuestro talento, del contexto estimulante donde le coloquemos y del cuidado diario que le demos.