La esencia de una expedición nace del deseo por descubrir, del reto de alcanzar metas antes no conseguidas o de llegar a hacer algo de una manera diferente a como antes se había conseguido.
Shackleton, Amundsen, Livingstone, Hillary son unos pocos de esos grandes expedicionarios que inspiraron a muchos y abrieron camino a nuevas gestas.
Si algo tienen en común todos ellos fue que tuvieron un comportamiento de expedición a lo largo de sus vidas. Esos comportamientos que de manera repetida dieron paso a hábitos de expedición, pueden servirnos como ejemplo para tratar de incorporar ese espíritu a nuestras vidas cotidianas ya sea en nuestro desempeño profesional como en cualquier otro ámbito. Detrás de cada persona puede encontrarse un héroe cotidiano.
¿Qué claves hay detrás de las grandes expediciones? ¿Qué podemos aprender de ello?
Definir una visión estimulante y marcarse metas cada día. La visión estimulante es la que nos permite avanzar cuando el día a día no nos resulta agradable ni reconfortante. Toda visión estimulante se tangibiliza cuando tenemos metas intermedias, pequeños grandes quick wins que refuerzan y dan sentido al proyecto.
Ser valiente y prudente para avanzar con determinación. El espíritu de la expedición es la de avanzar siempre. En ocasiones, si el terreno es favorable el avance es más rápido pero en otros momentos, unos pocos metros ya son un éxito. Combinar valentía y prudencia es lo que permite colocarnos en entornos de aprendizaje estimulantes sorteando la comodidad y riesgo imprudente. Valentía y prudencia pertenecen a la familia del miedo sano. Ser valiente consiste en ser capaz de gestionar el miedo, enfrentarlo y superarlo. Ser prudente es lo que nos ha permitido sobrevivir como especie.
Planificar para ser ágil y flexible. Anticipar, prevenir, diseñar y tener la flexibilidad necesaria para cambiar cuando las condiciones lo exijan. Improvisar sobre algo planificado puede generar oportunidades de éxito. Improvisar sobre lo improvisado es garantía de derrota. Planificar facilita poner el foco en aquello que está bajo control y de esta manera eliminar lo superfluo e innecesario permitiendo avanzar con agilidad sin cargas pesadas que ralenticen y dificulten el avance cuando más complicado se pone el camino.
No abandonar, porque siempre puede existir una alternativa. Cuando las cosas se ponen difíciles es cuando más se pone en juego nuestra creatividad. En las situaciones en las que menos recursos tenemos, más adverso es un entorno y más incomodos nos encontramos es donde suele aparecer nuestra capacidad para encontrar soluciones creativas. El primer abandono que hacemos es el más complicado. Después, abandonar se convierte en un hábito que automáticamente nos lleva a rendirnos con facilidad.
Lo que se vive en una expedición se aprende para siempre. Una expedición es una experiencia de vida que genera aprendizajes que nunca se olvidarán. Y es que la expedición es pura emocionalidad. De la misma manera, en nuestras vidas profesionales y personales podemos llegar a encontrar ese espíritu. No todos los días vives grandes aventuras pero cada día es una pequeña aventura que afrontar.
Te invito a que enriquezcas el post con tus aportaciones. ¿Qué otras claves tienen las expediciones que podamos traer a nuestra vida cotidiana?
En relación a la visión estimulante añadiría el riesgo…
Probablemente las expediciones con más riesgo han aportado un mayor beneficio… Entender ese riesgo como parte del juego. La prudencia ayuda a avanzar con esa determinación, pero para dar un gran salto, hay que asumir riesgos,
Creo que la mayoría de las expediciones exitosas se han logrado compartiendo “en equipo”, eso nos habla de lo importante de las relaciones, y de saber contar con otras personas. Quizás obvio en algunas expediciones, pero no siempre sabemos compartir, ni cuidar a las personas con las que colaboramos para afrontar cada día esa pequeña aventura.
Gracias Álvaro.
Liderar tu vida, para poder liderar dicha expedición. Muy bueno Álvaro. Gracias y feliz día
Las expediciones son como cada día único e irrepetible por eso siempre nos dejan grandes lecciones que nos permiten echar mano a las herramientas que se descubren cuando hemos decidido enfrentar los retos. Por ejemplo al subir la montaña puedes sentir que hay momentos donde la demanda física esta al límite o incluso superada pero eso nos permite descubrir nuestro tercer aire o lo que yo llamaría el descubrimiento de ese yo interno para continuar el camino hacia la meta propuesta con valentía y determinación.
Aunque se intuye entre líneas, haría explicito “Disfrutar”. Disfrutar de todo lo nuevo que esa expedición nos ofrece, nos muestra, nos permite ver, hacer y compartir con otros. Y posteriormente convocar esas mismas sensaciones en nuestra vida cotidiana y disfrutar de muchos momentos que nos ofrece y que quizás no nos permitimos disfrutar porque no estamos orientados y predispuestos a hacerlo.
Por definición, una expedición está sujeta a imprevistos y contingencias de todo tipo. Imprescindible: ser flexible para improvisar y salir a flote con los recusrsos de los que uno dispone. Rara vez se cuenta con recursos más allá de los propios.
Para mi, lo importante es el objetivo final. No perder el foco en él. Pasarás penalidades, dificultades pero también disfrutarás de buenos momentos, de sensaciones nuevas, nuevas amistades.. también te servirá para descubrir facetas nuevas de ti mismo. Gestionado de manera inteligente, adentrate en terra incógnita y poder llegar a tu meta te proporciona un subidón de autoestima.
Y, para mi fundamentel, tener los ojos bien abiertos durante todo el viaje. Ser observador. Es una de las claves para aprender y disfrutar
Genial, Álvaro, muchas gracias por tu post.
Puedo aportar que la prudencia es garantía de éxito.
Un abrazo
Coincido con Pascual. El trabajo en equipo es fundamental en la expedición. Como alguien dijo alguna vez: “Si quieres ir rápido camina solo, si quieres llegar lejos ve acompañado”
Gracias Álvaro.