Existen muchas semejanzas entre el mundo del deporte de alto rendimiento y los equipos de alto desempeño empresarial. Muchos de los que nos dedicamos a formar y desarrollar el talento de los profesionales utilizamos el deporte como herramienta para explicar conceptos y tratar de transferir las experiencias deportivas al ámbito empresarial.
Son muchas las semejanzas de ambos sectores. El deporte competitivo es un catalizador de experiencias que permite entrenar competencias muy demandadas en el sector profesional.
Me gustaría aprovechar este post para compartir alguna reflexión con todos vosotros y por ello os pido que intentéis ser permeables a estas reflexiones. Es probable que no estéis de acuerdo con algunas de ellas pero daos el permiso para reflexionar un momento ya que es posible que podáis encontrar algo de sentido a lo que voy a compartir
Siempre hablamos de las semejanzas entre deporte y empresa pero existe una gran diferencia entre ambos y radica en el concepto del entrenamiento. Mientras que en el deporte es habitual que entrenemos seis veces más de lo que competimos, ¿cuánto tiempo de entrenamiento nos permitimos en el trabajo? ¿no estamos compitiendo a diario? ¿Cuánto tardaría en lesionarse un deportista que compitiera todos los días de su vida deportiva?
No es muy habitual generar contextos de entrenamiento en la empresa, entendiendo como entrenamiento todos aquellos momentos en los que nos permitimos probar cosas nuevas, someter a nuestro talento a estímulos diferentes a los habituales para provocar un mayor y mejor número de respuestas. Las organizaciones necesitan tiempo para entrenar y para permitirse aprender y eso, en gran medida, se consigue cuando entrenamos.
La segunda reflexión que quiero compartir es una reflexión que desde hace tiempo trabajo con muchos directivos. Nadie duda que el deporte de alta competición nada tiene que ver con los estándares de salud que tiene el deporte popular. En la alta competición el deportista debe llevar su cuerpo y su mente hasta límites fuera de lo normal (el post de la semana pasada es un buen ejemplo http://alvaromerinojimenez.wordpress.com/2012/10/15/los-limites-baumgartner/). Todos ellos saben que esta decisión implica que durante el tiempo que permanecen en la élite sus cuerpos sufren consecuencias que van a acompañarles el resto de sus vidas. Incluso alguno de ellos debe abandonar la élite por lesiones provocadas por su trabajo diario. ¿y en la empresa? Pues es exactamente igual. El trabajo en las organizaciones, cuando exige que nuestro cuerpo y nuestra mente lleguen a límites fuera de lo normal va a tener consecuencias graves para nuestra salud. Un directivo que está sometido a una presión constante día a día debe ser muy consciente que lo que hace no es saludable y que eso repercutirá en su estado de salud antes o después. Cada uno debe valorar si merece la pena o no, si el coste/beneficio se salda positiva o negativamente pero debería ser consciente de que esta realidad existe.
Lógicamente muchas de las lesiones son diferentes pero lo peor de todo es que muchos directivos tratan de seguir compitiendo cuando están seriamente lesionados, siendo poco eficientes y lo que es peor, no permitiendo que sus equipos puedan alcanzar sus expectativas.
Más adelante os invitaré a reflexionar sobre como podemos intervenir en estas situaciones, como buscar el equilibrio pero eso requiere algo más de tiempo.
Buena semana a todos
Álvaro, no puedo estar más de acuerdo contigo en tus reflexiones. No obstante, creo que la competición diaria va más allá de los directivos, llegando cada vez más a todos los que formamos el equipo de la empresa. Como bien dices, hay que ver si el coste que tiene compensa, sobre todo al equipo, ya que en mi opinión, su beneficio no es el mismo que el del directivo.
Más allá de este aspecto, veo otro de gran importancia cuando mencionas el entrenamiento. El entrenamiento en la empresa implica en muchos casos un desembolso económico por el que los “clubes” no están dispuestos a pasar, ya que en muchos casos, ven exclusivamente en éste una mejora personal de sus “jugadores”, sin considerar los beneficios que ellos podrían originar para sus “clubes” estando mejor entrenados.
Sea como fuere, no nos queda otra que seguir compitiendo y entrenar por nuestra cuenta en nuestro tiempo libre.
Un abrazo.
Mil gracias amigo por aportar ese punto de vista.
Un abrazo enorme
Hola Alvaro, estoy totalmente de acuerdo con tus dos reflexiones. No puede decirse en mi caso que fuese un directivo, pero sí he sentido ese estress diario, sometido a la presión diaria de tener que cumplir con mis expectativas y con las expectativas que otros han depositado en mí y eso me obligó a trabajar duro, con un gran esfuerzo físico y mental, llegando, en momentos puntuales, a altos niveles de sobreesfuerzo, que llegaron a afectarme a nivel físico y mental. Totalmente de acuerdo con tus apreciaciones, porque si este nivel de competitividad se hiciese a diario en los deportistas, muy pocos podrían llegar a alargar su vida deportiva más allá de los 30 años.
Mil gracias Juanjo, que bueno leerte en este blog.
Un abrazo muy fuerte
Muy interesante tus dos reflexiones, y los símiles entre empresa y deporte.
Respecto a la primera, desde mi punto de vista, el entrenamiento en la empresa dependerá en primer lugar de los objetivos que se planteen desde la dirección.
Al margen de eso, el buen directivo es aquel que sabe delegar y dirigir un buen equipo. Aquel realiza un seguimiento y sabe crear una espiral de motivación para que su equipo alcance los objetivos con la mejor eficiencia posible.
Es por eso que la principal palanca implusora es de la relación jefe/coach y el deportista/trabajador.
Muchas veces olvidamos mejorar la calidad en realizar distintas tareas, caemos lamentablemente en el conformismo y la rutina. En lugar de buscar la mejora continua, no solo en lo económico, sino también en lo humano.
Un saludo
Hola Jorge !!! Que bueno escuchar tus aportaciones. Totalmente de acuerdo. Es vital trabajar el factor humano.
Un abrazo y gracias
De nada profe. Un saludo
Chapó ! Me ha encantado 😉
Los que venimos o vivimos en el deporte de élite como es mi caso, aprendemos una serie de valores que son aplicables a cualquier ámbito de la vida.
En el mundo empresarial se fomenta poco la unión del grupo, la fuerza común de las personas y la motivación o aspiraciones a alcanzar pudiendo así todo el mundo remar hacia la misma dirección.
Siempre he creído que entre el mundo empresarial y el deportivo surgen muchas similitudes, aunque mi reflexión siempre ha sido la siguiente:
– Si el deporte que prácticas se convierte simplemente en tu trabajo, abandonalo. No tiene sentido… Si no hay sentimiento, valores y sobretodo pasion, no es deporte. Porque esto último es lo que nos hace vibrar y sentir.
Y con ello digo: se puede alcanzar la pasión en el trabajo??? Si consigues tocar esa tecla, estaríamos de acuerdo que serías la empresa más rica del mundo??? (Y no hablo económicamente).
La diversidad de opiniones enriquece a las personas y puede que lo que voy a decir no cause consenso entre los que lo lean, pero:
– Siempre he creído que el “ganar” o el “perder” son palabras vacías de valor si no van acompañadas de muchos más calificativos en su viaje (esfuerzo, sacrificio, unión, deseo, lucha, entrega…).
Pregunto: Las empresas cuando ganan dinero se preguntan alguna vez si la palabra beneficio es una palabra vacía de valor???
Buenas noches y gracias !!!
Muchísimas gracias. Tu comentario enriquece muchísimo el post y el blog.
Un fuerte abrazo
Alvaro, has realizado una interesante reflexión para la direción de una empresa.
Desde el mundo del deporte las aportaciones pueden (son) ser altamente beneficiosas y tu enfoque esta muy bien expuesto y acertado. Esta reflexión que realizas sus valores y experiencias, se ajusta a una oferta de Coaching organizacional, con aportaciones eficientes de la del deporte para los cuadros directivos de una empresa.
Atentamente.
Joan