Un interesante artículo publicado en HBR por John Coleman nos muestra una más que interesante relación entre dos conceptos que podrían parecer antagónicos y que, sin embargo, bien combinados son una herramienta poderosa para desarrollar el liderazgo estratégico.
La consistenciase refiere a la cualidad de lo que es estable, coherente y no desaparece fácilmente. Quizá en un escenario tan volátil como el actual la consistencia es especialmente valorada por los equipos y los clientes.
La agilidad es entendida como la capacidad de actuar de manera efectiva y rápida, siendo las personas ágiles las que comprenden las cosas con facilidad y piensan y actúan con rapidez.
La matriz 2 x 2 que nos propone Coleman es sencilla y valiosa (posiblemente por su sencillez), aportando cuatro escenarios que dan pistas de cómo manejar ambos ingredientes con la eficiencia necesaria en los contextos profesionales actuales.
Los líderes que son muy ágiles pero poco consistentes van a tener mucha facilidad para perder el foco y caer en una multitarea improductiva. Este es un escenario donde es complicado construir estrategia ya que existe un alto riesgo de naufragar en la tormenta de la táctica sin control, en no terminar nada de lo que se empieza. Muchas personas que aportan visiones inspiradoras pero después son incapaces de llevar a sus equipos a aterrizar esa visión en proyectos consistentes.
En el lado opuesto podemos encontrarnos a los líderes muy consistentes pero muy poco ágiles, cuya dificultad se encuentra en la excesiva rigidez frente a los cambios de los entornos. Y si hay algo claro actualmente es que los equipos y las organizaciones deben aprender a surfear en las olas de cambio continuamente.
El tercer escenario lo encontramos en aquellas situaciones donde las personas o los equipos ni son ágiles ni son consistentes, lo que les lleva a no ser confiables para los demás
La combinación perfecta es un mix de alta agilidad y consistencia, que permite a las personas ser más estratégicas, manejando el propósito con altos estándares de calidad pero con la cintura necesaria para aplicar los cambios de dirección necesarios cuando las exigencias del entorno lo demanden.
Coleman reflexiona sobre la dificultad de encontrar personas que puedan estar en este cuadrante de alta agilidad y consistencia. La propuesta del autor es volver a los principios del autoconocimiento para detectar cual es la tendencia más habitual en mi comportamiento como líder: ¿Soy más tendente a la agilidad o a la consistencia?
Esto sin duda va a determinar el estilo de mi equipo y mi organización. Por lo tanto la clave reside nuevamente en QUIÉN te acompaña en el proyecto. Buscar personas que complementen ese área que necesita ser reforzada es clave para que mis fortalezas de desarrollen.
Una vez más las soluciones se encuentran en el equipo, en las personas que forman el núcleo más cercano a un líder. Los equipos equilibrados suelen ser la respuesta a muchas de estas situaciones.
Pero por encima de todo esto, está la imperiosa necesidad tomar conciencia desde la humildad auténtica de querer ser ayudado, de necesitar la ayuda de los demás para mejorar y reforzar mi talento. Y esto no es fácil cuando el ego nos domina.