Releyendo alguno de los artículos de Pilar Jericó (www.pilarjerico.com) acerca de los principales motivos por los que fracasan los directivos, me reafirmo cada día más sobre mi apuesta profesional dando sentido a mi pequeño granito de arena en la transformación de los viejos y obsoletos paradigmas del liderazgo.
Cuenta la escritora y coach ejecutiva que el principal motivo de fracaso de los directivos europeos son los problemas en las relaciones personales. Muchos de ellos, que han sido y son brillantes técnicamente, se dan de golpe con su dificultad a la hora de empatizar y relacionarse hábilmente con compañeros y colaboradores.
Otro de los principales motivos de fracaso se centra en la incapacidad para crear equipos y colaborar. Actitudes tremendamente individualistas que les encierran endogámicamente en si mismos.
Uno de los rasgos más característicos de este tipo de jefes es su autoritarismo y su dificultad para delegar que les lleva a orientarse al corto plazo y al resultadismo.
Y con todos estos datos, que se repiten constantemente en estudios de alcance internacional y que son fácilmente observables en nuestro día a día profesional, a mi me generan muchas preguntas.
¿Es que estos directivos nunca aprendieron siendo niños a socializar, a cooperar y a mirar un poco más allá de su futuro inmediato? ¿qué clase de niños eran? ¿nunca lo aprendieron de los adultos que estaban a su cargo? ¿realmente les alimentaron y les gratificaron estos comportamientos? Es más fácil educar a un niño que arreglar a un adulto.
Y si realmente les educaron en valores como la generosidad, el compañerismo o la humildad, ¿cuándo lo olvidaron? ¿qué les pasó para que negociaran unos valores tan universales? ¿quién premia estas conductas autoritarias, egocentristas y vanidosas? ¿por qué cuando un directivo es despedido, se quita la máscara y descubre ante ti otra persona diferente a la que conocías?
Seguramente que muchos de vosotras y vosotros tenéis muchas respuestas al respecto y lo que es mejor, tenéis muchas más preguntas que hacer.
Yo me reafirmo en la idea de capacitar a los niños para que sean adultos responsables, alentarles para que indaguen, para que miren más allá del premio fácil e inmediato ya que seguramente favorecerá tener otro tipo de adultos. Los niños aprenden por observación y son esponjas que absorben todo lo que ven en su entorno más cercano. Quizá determinados aprendizajes nocivos que integran desde pequeños y que no son percibidos como tóxicos sino como signo de fortaleza sean el germen de su fracaso.
Las especies que sobreviven nunca son ni las más fuertes ni las más rápidas sino las que mejor saben leer los cambios y adaptarse con facilidad.
Los estudios empresariales como el que Pilar Jericó comparte en sus post semanales me reafirman en la necesidad de intervenir mucho antes.
Y tú, ¿qué opinas?
Enhorabuena alvaro por este post tan relevante, invirtamos tiempo diario en nuestros hijos, lo que vivamos en nuestro entorno laboral depende en gran medida de ellos. Un abrazo y feliz lunes
Leyendo el artículo (y viendo la foto…) he recordado (una vez más) a mi padre, cuando, en alusión a la educación, decía que los árboles jóvenes son fáciles de conducir y encauzar, pero cuando se hacen viejos y leñosos cualquier intento de reconducirlos, al margen del esfuerzo ímprobo que supone, suele llevar a la fractura.
Gracias por permitirnos reflexionar juntos. Un abrazo
Dear Alvaro,
Me permito dejar un comentario y reflexión relacionado con este tema.
En mi opinión, para evolucionar como adultos, saber leer los cambios y adaptarse con facilidad, debemos con nuestra disposición, esforzarnos, trabajar y PERSEVERAR con humildad y naturalidad.
A veces, en nuestro ímpetu por llegar a ser grandes directivos, olvidamos por completo que estamos en continuo aprendizaje y que siempre se aprende de los demás. Saber delegar, crear equipos y lidiar con las relaciones personales es un MUST en nuestra evolución.
Lo más maravilloso del ser humano es su capacidad de crear. Porque creamos soluciones, creamos ideas, vínculos, sinérgias… Y la expresión más extraordinaria de la creatividad es LA CALIDAD. El saber hacer.
Y Alvaro, sí, creo que es más fácil educar a un niño que arreglar a un adulto.
Gracias Alvaro. Coincido plenamente contigo. Tengo hijos en primaria y puedo ver en algunos de los chicos y chicas de la clase actitudes de adultos que posiblemente serán como estos. Todo lo que estoy aprendiendo en Inteligencia emocional trato que sirva a mis hijos de alguna forma, primero con el ejemplo y segundo proporcionado herramientas. Los chavales orientados a la comunicación y la empatia tendrán seguro más futuro que los que se dedican en exclusiva al área de los conocimientos. Hoy mismo en mi empresa he podido oir la frase de un jefe a una empleada ” no me traigas preocupaciones que con las mías ya tengo suficiente”, seguro que es una frase que escucho y gestiono en su infancia.
Gracias Álvaro leerte es un placer, tus artículos siempre me hacen reflexionar y me motivan constantemente.
[…] a gestionar estas situaciones. Y como es más fácil educar a un niño que arreglar a un adulto (http://alvaromerinojimenez.wordpress.com/2014/03/17/es-mas-facil-educar-a-un-nino-que-arreglar-a-un-…😉 quizá sea interesante revisar cuales son las palancas claves para entrenar y desarrollar esta […]