Un estudio llevado a cabo de la Universidad McGill en Montreal, liderado por el investigador Michael Meaney, partía de la hipótesis de que el cuidado materno podía modificar el desarrollo cognitivo de las crías de ratón así como la capacidad de hacer frente a situaciones de estrés.
En el experimento participaron dos grupos de hembras de ratón: unas eras muy maternales mientras que las otras no lo eran tanto. Se pusieron a sus crías junto a ellas y luego se intercambiaron. Los ratones que se criaron con madres menos afectuosas, fueran o no sus madres biológicas, mostraron las mismas modificaciones del ADN del cerebro que sus cuidadoras y se mostraron más vulnerables ante una situación de estrés.
Este estudio es uno de los experimentos clásicos en el campo de la epigenética.
El Doctor Fabio Celnikier explica cómo hemos pensado que los genes se transmitían inalterables de generación en generación sin tocar el núcleo celular. Sin embargo según Celnikier “hoy sabemos que el aire que respiraron nuestros abuelos, el agua que bebieron o el ambiente psicosocial en el que vivieron pudieron afectar también a sus descendientes, incluso décadas después”.
La epigenética es una ciencia basada en el estudio de la manera en que ciertos factores ambientales y estilos de vida (los buenos o malos hábitos de alimentación y sedentarismo, etc.) pueden determinar la expresión de determinados genes.
Expresado de una manera muy divulgativa, Thomas Jenuwin explica esta ciencia utilizando una metáfora literaria: “La diferencia entre genética y epigenética puede compararse con la diferencia que existe entre escribir y leer un libro. Una vez que el libro ha sido escrito (los genes o la información almacenada en el ADN) será el mismo en todas las copias (…). Sin embargo, cada lector podría interpretar la historia del libro de una forma ligeramente diferente, con sus diferentes emociones (…). De una forma similar, la epigenética permitiría diferentes interpretaciones de un molde fijo y resultaría en diferentes lecturas, dependiendo de las condiciones variables en las que se interprete el molde”.
Todo esto afecta en gran medida al aprendizaje y la memoria. No es objeto de este post ni de este blog divulgar aspectos científicos, sino recoger de la ciencia aquellas evidencias que nos permitan reflexionar sobre la importancia ambiental en el desarrollo personal y profesional, así como el legado que dejamos a generaciones posteriores.
La epigenética no es otra cosa que la esencia del cambio. Los estudios de Eric Nestler director del Instituto del Cerebro de la Escuela de Medicina Monte Sinaí de Nueva York ha demostrado como las emociones y las vivencias emocionales pueden producir cambios epigenéticos afectando a rasgos fisiológicos y cambios conductuales. De la misma manera en esta área se han llevado a cabo experimentos que demuestran cómo los contextos estimulantes son capaces de generar cambios epigenéticos positivos que afectan al aprendizaje aunque genéticamente las personas tengan trastornos heredados en los genes (Larry Feig, Universidad de Tutfs).
Necesitamos empezar a darle la verdadera importancia al ambiente en el que vivimos y al ambiente que generamos. Todo cuenta y todo impacta en nuestra vida y en el legado que dejamos tras nosotros. Queda todo el camino por recorrer en ese campo pero lo que ya es una evidencia más que demostrada es que no podemos permitirnos el lujo de dejar todo en manos de la genética que hemos recibido. Es demasiado conformista. Y el conformismo hace que la epigenética se ponga en marcha.
Excelente, Álvaro. Me gusta también mucho ese toque ciéntifico como punto de partida. Gracias por seguir inspirándonos para tratar de ser mejores personas/profesionales cada día.
Un abrazo
Gracias Mónica, un beso muy fuerte !!!
Es muy curioso este nuevo post.
Muchas gracias y un cordial saludo
Muchas gracias a ti Fausto por ser tan activo en el blog.
Un abrazo