Se me ha pasado ya la época de los ídolos ni soy partidario de personalizar modelos de grandes equipos o deportistas para mostrarlos como ejemplos que se transfieran a otros entornos, ya sean educativos o laborales. Lo que si me gusta, y mucho, es extraer comportamientos especiales que estos equipos o deportistas han desarrollado a lo largo de su vida y que les han servido para lograr diferenciarse y sobresalir en entornos tan complejos y exigentes.
El caso de Kobe Bryant es uno de ellos. El hecho de que tenga una estrecha amistad con Pau Gasol es un buen síntoma para revisar que hay detrás de este deportista de leyenda. 20 años en la NBA, 5 anillos y un palmarés que sería complicado resumir, hacen de este deportista un ganador insaciable. Pero, ¿qué hay detrás de estos resultados? Sin lugar a duda un trabajo infatigable, carente de atajos y conscientemente planificado.
Permíteme que comparta un pequeño extracto de algunos de esos comportamientos, extraído de un artículo publicado en el portal UK Business Insider que demuestran que pocas cosas son fruto del azar.
Ya estando en el Instituto se levantaba a las 5 de la mañana para completar su primer entrenamiento antes de empezar las clases. Luego en los JJOO de Pekín en 2008 a las 8 de la mañana ya estaba de regreso de su primer entrenamiento en solitario mientras sus compañeros bajaban a desayunar.
Siempre era el primer en llegar al entrenamiento aun estando lesionado.
Contaba sus tiros anotados en el entrenamiento y no paraba hasta llegar a 400.
Curiosidad infinita mucho más allá del baloncesto y del deporte. Siendo deportista se relacionaba con muchos empresarios sabiendo la importancia de la vida que existe después del deporte profesional.
Michael Jordan, gran espejo en el que siempre se ha mirado Kobe Bryant, dijo de él que era el único jugador en la historia que había tenido una ética en el trabajo como la suya.
Pidió a Nike que modificara sus zapatillas unos milímetros para aumentar todo lo posible su tiempo de reacción.
La búsqueda por los detalles y el elevado nivel de exigencia no son negociables en un profesional de élite. Siempre hay que cuestionar el status quo y encontrar pequeñas mejoras marginales. Incluso en los descansos de los partidos sacaba el portátil para enseñar a sus compañeros jugadas que debían mejorarse para tener mejores opciones de lanzamiento.
¿Obsesivo? Posiblemente. Pero es difícil alcanzar esos estándares de excelencia sin una búsqueda metódica e incansable de la mejora continua.
Es realmente sano y productivo incorporar pequeños hábitos a nuestro día a día para no dejar de mejorar nunca. En el movimiento inteligente está la mejora.
Yo me despierto una hora antes para estudiar. Lo necesito como respirar.