Esta ley, defendida por Raymond Kurzweil, sostiene que el progreso humano se mueve de forma exponencial y no lineal. Y a esto nos anima el libro Nunca es demasiado tarde. El poder del pensamiento a largo plazo de Tom Butler-Bowdon.
Conocí de la existencia de este libro al leer el trabajo de Raquel Roca titulado Knowmads. Este pequeño párrafo que ella extrae de Butler-Bowdon llamó mi atención, “Cuando nos embarcamos en un nuevo proyecto los primeros años nos parece que progresa con demasiada lentitud, pero el primer 1% de cualquier proyecto es especial, por eso no hay que intentar acelerar su progreso. Las cosas diminutas, si reciben los cuidados y el tiempo necesarios, florecen en algo sustancial. En nuestro afán de crear algo importante, nos olvidamos fácilmente de las leyes básicas del crecimiento”
Butler-Bowdon reflexiona sobre la vital importancia del tiempo en el éxito. Algunas de las reflexiones más interesantes de esta ley s aquí:
Tener en cuenta el periodo de gestación de un proyecto. Al igual que la gestación de cualquier ser humano no puede ni debe ser acelerado porque la madurez requiere su tiempo.
Posiblemente tus primeros 30, 40 o 50 años te hayan servido para poner los cimientos para crear algo realmente significativo. Han sido décadas propicias para adquirir los conocimientos, habilidades y experiencias que te preparen para algo grande.
Construye con un pensamiento a largo plazo, con un pensamiento que perdure en el tiempo y que no caiga en el error de la moda puntual. Hay lecturas escritas hace muchos años que son de absoluta actualidad. Escuchas música que gusta a gente de distintas generaciones aunque fuera escrita mucho tiempo atrás mientras otra suenan desfasadas o quedarán en el olvido en muy poco tiempo.
Mantente abierto a las oportunidades, no pierdas la curiosidad, muéstrate dispuesto a correr riesgos inteligentes y déjate llevar por lo que te apasiona. Dedicación, persistencia y experimentación suelen ser ingredientes que bien combinados crean oportunidades de éxito.
Pensar a lo grande te puede llevar lejos, pero si lo combinas con pensar a largo plazo tendrás la receta para triunfar.
Tratar de crecer indisciplinadamente, demasiado rápido y pasado de revoluciones, tratando de saltarse las etapas de tres en tres, es un pasaporte al desastre. Y sin embargo todos tenemos en la cabeza a personas, proyectos, equipos y organizaciones que sistemáticamente caen en esta trampa.
¿Qué más mensajes necesitamos para entender que en un mundo de cambios tan vertiginosos la percepción del tiempo es clave?
¿Quién quiere tener un campeón del mundo con 13 años? Cuantos juguetes rotos llegamos a provocar cuando miramos la inmediatez y el corto plazo.