Es cada día más evidente que una de las herramientas claves para liderar en los nuevos escenarios tan complejos y cambiantes no es otra que la pregunta poderosa. Ya no puede negarse que una pregunta inteligente tiene más probabilidades de generar respuestas y compromisos rebosantes de entusiasmo que el mandato directo alimentado por el miedo. Esto no significa que el modelo del líder coach se haya implantado en la organizaciones. Aún estamos lejos de conseguirlo.
No creo que exista pregunta más poderosa que aquella que es esencialmente curiosa. Las preguntas de curiosidad nacen de la emoción más vinculada al aprendizaje: la sorpresa. Es a través de la curiosidad y el asombro como generamos los aprendizajes más significativos y donde tenemos más probabilidad de descubrir nuestro talento.
Y dicho esto, ¿Por qué las organizaciones actuales han dejado de ser curiosas? Quizá algunas nunca lo fueron. Una de las respuestas podemos encontrarla en el hecho de que muchos profesionales han dejado de ser curiosos. Si profundizamos algo más, podemos pensar que un adulto deja de ser curioso cuando no es preguntado o cuando no se atreve a cuestionarse con auténtica curiosidad las cosas.
Una pregunta de curiosidad permite explorar las consecuencias de las decisiones que tomamos. Y esta es una herramienta muy poderosa para el aprendizaje.
Las preguntas basadas en la curiosidad solo son eficaces si quien las realiza está realmente interesado en las respuestas. Cuando tan solo le interesa que la respuesta sea la que espera obtener al hacer la pregunta, entonces en lugar de ser una pregunta de curiosidad se transforma en una pregunta retórica.
Las empresas y sus líderes están llenos de preguntas que esperan ser contestadas en relación a lo que ellos creen. Y entonces ya todo da lo mismo. Se responde para agradar a quien lanza la pregunta. Cada pequeña respuesta en esta línea va matando la curiosidad de una organización. Las organizaciones curiosas son ágiles, porque la curiosidad no es otra cosa que agilidad y ligereza. Las compañías que estimulan la curiosidad de sus profesionales son las que realmente apuestan por una mayor participación, crean entornos más motivadores, estimulantes y respetuosos que terminan generando el compromiso de las personas que las forman.
Esto no es otra cosa que el resultado de lo que entrenamos muchas veces desde pequeños. Normalmente, si en lugar de preguntar con curiosidad verdadera, un adulto sermonea, afirmando con rotundidad y no dando espacio a la reflexión del niño, ¿cuándo van a tener la capacidad como adultos de preguntarse por las cosas? No nos engañemos, muchas veces no preguntamos porque no queremos perder el control. Es mejor utilizar el poder (ya sea como adulto o como superior a nivel profesional) para aleccionar que para estimular la curiosidad y el aprendizaje del otro.
Y sin embargo, estos entornos actuales los vivimos con tanta incertidumbre porque no hemos entrenado suficientemente nuestra curiosidad. Para una persona o una organización curiosa, la incertidumbre se convierte en desafío.
Muy bien Álvaro, ya lo dijo Voltaire “Juzga a un hombre por sus preguntas en vez de por sus respuestas.”
Tremendamente importante la curiosidad, la apertura mental, uno de los grandes ingredientes de la creatividad, en línea con lo que dices. Gracias !