Hace tiempo compartía contigo en un post de Pulgada a Pulgada un estudio publicado en la revista Neuron en el que se explica como tendemos a valorar nuestras propias capacidades muy influenciados por las habilidades de los demás.
Lo más reseñable de este estudio es el hecho de que aquellas personas que cooperan con otras especialmente hábiles tienden a juzgarse a si mismas más positivamente.
Este estudio, junto a otros con similares resultados, resalta la importancia de los entornos colaborativos para aumentar la productividad y mejorar los resultados de nuestros proyectos.
Sin embargo no podemos hacer oídos sordos, ni mirar a otro lado cuando vemos actitudes que minan y destruyen oportunidades de enriquecer los contextos cooperativos.
¿cuáles son esas actitudes?
Culpar y acusar en lugar de buscar responsabilidades: encontrar un culpable me tranquiliza y no me ayuda a pensar cuál ha sido mi papel en lo sucedido.
Juzgar y colocar etiquetas. Simplificamos y “superficializamos” nuestras relaciones, no exigiéndonos ver más allá del personaje. Es más cómodo y más rápido.
Las amenazas, como herramientas de control y abuso de poder para terminar transformándose en castigos cuando no aparecen los comportamientos deseados por quien amenaza. Maravillosa manera de anular a los demás.
Las órdenes, que terminan anulando la confianza de las personas y provocando sumisión o rebeldía. Pero en ningún caso estimulan las ganas de colaborar.
La falta de empatía que demuestran los discursos y sermones totalmente desconectados del otro.
¿Qué actitudes nos ayudan a mejorar los entornos colaborativos?
Una persona desmotivada difícilmente genera comportamientos adecuados. Los entornos colaborativos se construyen mediante comportamientos positivos generados por personas que tienen la motivación y la libertad necesaria para hacerlos.
Las actitudes que construyen entornos cooperativos se basan en:
Estimular el sentimiento de utilidad de una persona. Es una estrategia inteligente para conseguir que las personas contribuyan socialmente. Cuando nos sentimos útiles estamos más motivados a contribuir en cualquier entorno y mejorarlo.
Eliminar las órdenes transformándolas en preguntas de curiosidad, que permiten a las personas exigirse intelectualmente para encontrar respuestas, sus respuestas. Pocas cosas empoderan más que saber que has encontrado alternativas a una situación y decidir ponerlas en acción.
Desarrollar la escucha autentica, sin etiquetas ni juicios, conectando con el otro, validando sus sentimientos y ayudándole a orientarse en las soluciones.
Los entornos cooperativos se basan en la necesidad de generar la libertad necesaria para que las personas puedan arriesgar y expresar su potencial sin miedo a ser culpabilizados por sus errores.