Ben Hogan, uno de los grandes jugadores de golf de todos los tiempos, cuyo swing es considerado como “perfecto” escribió:
“En 1946 mi actitud cambió de repente. Honestamente empecé a sentir que podía jugar bastante bien cada vez que salía al campo, que no había una razón para mi que me hiciera sentir que podía perder todo de repente. Creo que lo que había detrás de mi nueva confianza era esto: había dejado de intentar hacer grandes cosas de forma perfecta porque en mi mente vi claro que esa meticulosidad desmesurada y ambiciosa, ese perfeccionismo, no era ni posible, ni aconsejable, ni tampoco necesario. Solo necesitaba asimilar los movimientos fundamentales y no había tantos (…) mi forma de golpear pasó a tener una consistencia nueva y estable”
Hogan, como otros muchos grandes deportistas poseía una ética del esfuerzo infatigable. Esfuerzo físico y esfuerzo psicológico tal y como explica Pep Marí. El primero hace referencia a la intensidad con la que entrenan y compiten. El segundo a la concentración. La confianza en el terreno de juego, en la competición deportiva o profesional puede llevarles a ser percibidos como arrogantes, pero los realmente inteligentes no lo son nunca. Son capaces de separar su actitud en la competición y fuera de ella.
Una ejemplo entre tantos otros fue el comentario de Marcelo Bielsa a Jorge Valdano tras un encuentro del Athletic Club de Bilbao en la Europa League de la temporada 2011-12, siendo Raúl jugador del Schalke 04, recogido en el libro Los 11 poderes del líder : “En su último enfrentamiento internacional en Europa, Raúl también demostró que la pasión es la mejor detectora de oportunidades que existe. Al comienzo de la segunda parte del partido de ida, el conjunto alemán se puso por delante en el marcador (2-1). Fue en ese momento cuando Raúl, que había marcado los dos goles, detectó la debilidad del rival y entró en combustión. Corrían, presionaba y le gritaba a sus compañeros como si estuviera ante una última oportunidad. Me resultó emocionante ser testigo de esa exhibición de inteligencia y esfuerzo que tantas veces había visto con el Real Madrid. Al terminar el partido, me crucé con Marcelo Bielsa, un gran admirador de Raúl, y aún le duraba el impacto de esa imagen: ‘¿Viste a Raúl? Olió la sangre’”.
La autoconfianza se construye desde el trabajo duro tal y como predicaba el gran Vince Lombardi cuando decía que “la fatiga nos hace cobardes a todos”.
Muchas personas piensan que la confianza se consigue cuando se realiza un tarea de manera perfecta y esperan a que así sea, consciente o inconscientemente, para adquirir confianza. Y creo que es un error de principiantes. La confianza se erige al construir una imagen segura de uno mismo y se apuesta por desarrollar las habilidades y recursos que nos permiten buscar alternativas para alcanzar nuestros objetivos.
La confianza en uno mismo viene de la mano de la tenacidad y no de la testarudez. ¿La diferencia? La testarudez es darse permanentemente de bruces en la misma puerta. La tenacidad por el contrario, es no dejar de buscar incansablemente las puertas que abran el camino hacia los objetivos. La testarudez carece de la reflexión profunda y el pensamiento critico de la que se alimenta la tenacidad.