Las decisiones que tomamos cuando somos pequeños, con la información que poseemos y los recursos de los que disponemos en ese momento tan delicado de nuestras vidas, construyen lo que denominamos guiones de vida. En su momento, estas decisiones son soluciones, en apariencia muy razonables, para resolver las situaciones existenciales en las que se encuentran los niños.
Estos guiones de vida, en los que se basan gran parte de los estudios de Eric Berne, están basados en los mandatos que los adultos imponen a los niños durante el desarrollo infantil.
Los mandatos son estímulos negativos que, según Berne, quedan grabaron en nosotros como creencias limitantes. Estos mandatos que los adultos transmiten tienen mucho más que ver con mensajes emocionales y no verbales que con mensajes verbales explícitos. Tienen un efecto muy negativo ya que son transmitidos en momentos de estrés e inciden directamente en la identidad y el comportamiento natural de la persona.
Son muchos los mandatos que se transmiten, pero algunos de los más importantes pueden ser los siguientes:
– No confíes en ti y no crezcas. Se graba a fuego cada vez que se sobreprotege a un niño, dificultándole que encuentre sus capacidades para enfrentar la vida y madurar.
– No seas un niño y crece rápido. Un mandato en el que no se permite que un niño desarrolle su infancia de manera adecuada, donde el adulto necesita que el niño se comporte como un igual. Los niños no son adultos en pequeñito, sino proyectos de adulto que necesitan desarrollarse y madurar con tiempo.
– No lo hagas, no tengas éxito. Los adultos muestran tan solo los errores y “fallos” que tiene el niño, olvidándose de que está aprendiendo y alejándole del descubrimiento de sus fortalezas.
– No pienses, no tengas criterio. Cuantos adultos buscan, por miedo, que los niños hagan “lo que se debe hacer” sin ayudarles a cuestionar aquello que hacen, sometiéndoles a las propias limitaciones del adulto. Sé obediente, haz lo que se te dice y no pienses.
– No sientas. No muestres tus sentimientos porque te verán débil y te atacarán.
– No disfrutes, no lo mereces. Terminamos quitando valor a lo conseguido y por tanto, no gozando de lo que obtenemos.
Otros mandatos no llevan implícito el “no” pero no por ello dejan de afectar de manera negativa a los niños y por tanto a su futuro adulto:
– Sé perfecto. No falles, no tengas imperfecciones ni lados oscuros. Se un ejemplo en todo y siempre.
– Date prisa. No pierdas el tiempo, no disfrutes de lo logrado porque necesitas más, siempre más
– Complace. Se “buen niño”, saluda, da besos, sé un niño ejemplar. Y luego nos extrañamos cuando muchos adultos no saben decir que no y no son capaces de poner límites.
De esta manera los niños tratarán de complacer las expectativas que los adultos han puesto en ellos y por tanto no dejarán mucho espacio para alcanzar las suyas propias. De hecho muchos no son conscientes de que puedan tener expectativas sobre ellos mismos. De esta manera tratarán de ser fuertes, ser buenos, ser perfectos para cumplir con los mandatos que “compraron” demasiado pronto.
La buena noticia es que estos guiones, al igual que se escriben en un momento determinado de la infancia, se pueden reescribir cuando tomamos conciencia de ellos y deseamos que sean de otra manera. Es la manera de reivindicar que queremos vivir una vida diferente a la que pensamos que debíamos vivir al tratar de cumplir las expectativas que otros pusieron en nosotros.
Demasiado cierto…excelentes videos!!! Bendiciones desde Costa Rica!
En ello estamos, ¿no? Intentando re-escribir nuestro argumento con sudor y lágrimas. Besos!!