No soy muy amigo de las frases que se suben a las redes Sociales. De hecho la mayoría me parece que caen en un “buenismo” peligroso. Sin embargo otras tantas dejan reflexiones interesantes.
Así fue como hace unos días leí algo similar a lo que da titulo a este post y que me hace reflexionar (y compartir contigo, querido lector) sobre la distinción entre encajar y pertenecer.
En el entorno laboral buscamos “perfiles que encajen”en determinados puestos. No solo nos referimos a encajar sino que lo que buscamos son perfiles. Ya vamos mal. Encajar nos habla de alinear conocimientos y experiencia con las necesidades de una organización. Y no está mal. Sin embargo, una vez logrado este encaje solemos olvidarnos de conseguir que el encaje se transforme en pertenencia.
En muchas ocasiones la dificultad radica en que esas personas (que no perfiles) que hemos incorporado a las organizaciones no se sienten pertenecientes a las mismas, y por mucho encaje que tengan terminan abandonando sus puestos de trabajo por no conectar emocionalmente en el contexto en el que trabajan.
El sentido de pertenencia nos habla la importancia de cubrir dos necesidades fundamentales que todo ser humano tiene. La primera tiene que ver con la necesidad de sentirse escuchado de manera auténtica. Qué fácil es escribirlo y qué complicado es ser capaz de escuchar con autenticidad a un colaborador o a un compañero.
La segunda necesidad habla de sentirse importante, algo que se logra cuando una persona, ocupe el puesto que ocupe, tiene la certeza de poder aportar en ciertos procesos de toma de decisiones que impactan en el colectivo en que se encuentra.
En muchas ocasiones y de manera inconsciente tratamos de afanarnos en encajar y desde ese mismo momento empezamos a perder pertenencia a aquello que realmente importa. Encajamos y aceleramos perdiendo el control del hoy. Sin darnos cuenta tratamos de encajar en las expectativas de otros ( o incluso en las expectativas que pensamos que otros tienen de nosotros) y nos desconectamos de nuestro propio ser. Encajar habla más del tener y pertenecer se refiere al ser.
Shel Silverstein escribió un cuento precioso que bajo el pretexto de cuento infantil, nos regala una metáfora maravillosa para explicar esta diferencia. En casa siempre acudimos con frecuencia a su lectura en familia para recordarnos la importancia de pertenecer. Puedes disfrutar de este cuento aquí:
Y si tienes hijos pequeños y quieres que entiendan el sentido de pertenencia, nada mejor que les cuentes el cuento de POR CUATRO ESQUINITAS DE NADA que puedes ver aquí:
No nos podemos quedar en el primer paso de que un trabajador encaje en su puesto, que un deportista encaje en un sistema de juego o que un hijo encaje en un grupo de amiguitos de su edad. Eso es relativamente sencillo. Lo que realmente importa es trabajar a fuego lento su pertenencia, haciéndole participe activo de la dinámica diaria de trabajo, transformándole en protagonista responsable de su realidad colectiva, donde sus aportaciones sean tenidas en cuenta.
Parafraseando a personajes ilustres como Henry Ford o Richard Branson, es necesario apostar por formar a nuestras personas para que encajen y tratarles bien para que pertenezcan y quieran quedarse el tiempo que decidan hacerlo.