“Pienso en positivo y creo firmemente que puedo continuar hasta el final. Mientras corro, en ningún caso puedo permitirme especular acerca de lo que ocurriría si…”
En el año 831 los monjes del monte Hiei en Japón, ya sabían que correr era una forma suprema de silencio.
Puede ser corriendo o de cualquier otra manera pero las personas necesitamos el silencio. Si los monjes de la secta Tendai corrían, lo hacían buscando el aprendizaje profundo que aporta el silencio como manera de regular los ritmos individuales de cada persona.
Cuando hay ruido no permitimos respetar nuestros ritmos para conocer, descubrir y profundizar en lo descubierto.
La cantidad de ruido es inversamente proporcional a la calidad del aprendizaje. Los aprendizajes más significativos son aquellos que se alimentan de la reflexión profunda en el momento en el que nos encontramos con nosotros mismos, lejos de los ruidos que nos distraen.
¿Estimulamos el silencio en los niños? ¿Buscamos entornos donde el silencio facilite su aprendizaje?
Para preguntarnos y cuestionarnos necesitamos gozar del silencio necesario. Sin embargo el ruido impide que podamos extraer las preguntas adecuadas que nos faciliten encontrar las respuestas que necesitamos.
Que bueno sería que a nuestros hijos, en lugar de preguntarles acerca de lo que han aprendido en la escuela, lo hiciéramos a propósito de las preguntas que han hecho en el aula y que les estimuláramos para hacerlas siempre que pudiesen.
Las preguntas nacen de la escucha profunda y esa escucha necesita silencio. Aún catalogamos de “raros” a quienes preguntan en un aula, cuando deberíamos pensar por qué esa pregunta no se me ocurrió a mi.
Podemos encontrar silencio cuando nos dedicamos tiempo a nosotros mismos, pero ¿cuánto tiempo lo hacemos al cabo del día?. Por eso salir a correr, practicar cualquier actividad con más o menos intensidad que nos permita conectarnos con nosotros mismos es clave para sentir que somos nosotros quienes marcamos nuestros ritmos.
Si no los marcamos nosotros serán otros los que nos los marquen. Si no reclamamos nuestros silencios así como nuestros espacios individuales y no compartidos será muy complicado estar en disposición de regalar esos espacios a otras personas y no llenar de ruido sus vidas.
Reivindicar nuestro silencio es un acto de generosidad para lo más valioso que tenemos: a nosotros mismos
Buscaré mi rincón de silencio!! gran lectura @Alvaro merino.
Deseando que llegue el próximo Lunes para tu nuevo post.
Besazos Sara !!
Buena reflexión en momentos de tanta distracción. Pintar mándalas es una buena técnica para iniciarse en la práctica de la meditación y el silencio. Como siempre gracias. Hasta el próximo lunes…
Muchas gracias Katya !
besos
¡Genial post, compañero! ¡Muchas gracias por hacernos reflexionar cada semana!
Gracias Peter !!!!
Muchas gracias Álvaro. Precioso y sabio post.
GRACIAS MARISA, UN BESAZO !
Muchas gracias Álvaro por hacernos reflexionar. Genial recordar lo importante que puede ser el ejercicio.
Muchas gracias a ti
besos
A mis hijos de pequeños les invitaba a escuchar el silencio, cuando lo haces percibes los sonidos de lo externo y te fundes en el perfecto AHORA
Lo anoto !
Reconocernos en nuestro silencio es un extraordinario ejercicio.
Gracias por la reflexión.