En un entorno tan acelerado y vertiginoso la pereza es el escondite perfecto del talento. El deporte es uno de esos contextos maravillosos para explorar el talento por el simple hecho de que tanto deporte como talento comparten una raíz común: la acción.
Nadie es capaz de expresar todo su potencial si se esconde bajo la excusa de la pereza. En los momentos más complejos, donde la adversidad nos pone realmente a prueba, es donde los profesionales excelentes hacen algo que les diferencia: “Pedir el balón”.
Pedir el balón significa tomar protagonismo dejando las palabras atrás y pasando a la acción: Menos talk y más walk.
Quien “pide el balón” lo hace porque está acostumbrado a entrenar con flexibilidad y agilidad, dos componentes claves para actuar con responsabilidad. Actuar con rigidez y dogmatismo no suele ponerte en una posición de privilegio para tener iniciativa y proactividad. Más bien todo lo contrario. Esta actitud de “levantar la mano” es fruto de un entrenamiento consciente, sistemático y disciplinado. Esto no significa en ningún caso que lleve al éxito inmediato ya que todo necesita su tiempo, pero es un claro indicador de un camino trazado con madurez. No se pide el balón si no se está preparado para hacer algo grande.
Los profesionales que piden el balón no esperan que otros resuelvan las situaciones y actúan sin tener la necesidad de la aprobación constante de los demás. No responden a las expectativas que otros puedan poner en ellos, sino que responden únicamente a sus propias expectativas para ser capaces de ir más allá.
Pedir el balón está íntimamente ligado a las actitudes valientes y audaces alejadas tanto de la temeridad irresponsable como de la cobardía de algunos cuando las cosas se ponen feas.
Recordando ejemplos que el deporte puede regalar para explicar esto, uno de los más interesantes puede ser la final del Eurobasket del 2007 en la que Pau Gasol se jugó el tiro que pudo dar la victoria a España y que finalmente no entró.
Seguramente lo volvería a hacer una y mil veces porque ese es el estilo de un jugador que no se amilana en las situaciones complicadas. Y sin duda han sido más las ocasiones que gracias a su liderazgo valiente ha conducido a la victoria a los equipos en los que ha jugado.
Un deportista o cualquier profesional tienen a su alcance la decisión de esperar pasivamente el balón o buscarlo activamente. El nuevo entorno profesional empieza a no dejar huecos a los que tratan de esconderse y permite aflorar el talento de quienes dan la cara, piden el balón, levantan la mano y gritan “aquí estoy yo”.
La acción es emoción y por este motivo quien no actúa se pierde la oportunidad de emocionarse y entusiasmarse con aquello que le mueve hacia una meta.