Biografía del silencio de Pablo D’ors es una de esos ensayos que se hacen imprescindibles en cualquier biblioteca que se precie y necesita ser leído con calma y con mucha apertura ya que cuestiona profundamente muchos paradigmas de nuestra cultura occidental. Un recorrido por su experiencia con la meditación que nos deja tantos aprendizajes que es difícil condensarlos en un breve post.
Comparto contigo algunas de las reflexiones que a mi me resuenan hoy, pero que quizá en otro momento podría cambiar por otras muchas.
Las escribo casi de manera literal porque se explican por si solas y no necesitan aderezo ni explicación alguna:
No hay arma más eficaz que la atención. La atención conduce al asombro. La atención es la madre de todas las virtudes. En realidad, tanto más crecemos cuanto más nos dejamos asombrar por lo que sucede, es decir, cuanto más niños somos.
Estaba convencido que cuantas más experiencias tuviera y cuanto más intensas y fulgurantes fueran, más pronto y mejor llegaría a ser una persona en plenitud. Hoy sé que no es así: la cantidad de experiencias y su intensidad solo sirve para aturdirnos. Vivir demasiadas experiencias suele ser perjudicial. No creo que el hombre esté hecho para la cantidad sino para la calidad.
No sabía que la resistencia a la práctica es lo mismo que la resistencia a la vida.
Mucho me temo que cuando buscamos es que solemos rechazar lo que tenemos. Toda búsqueda auténtica acaba por remitirnos adonde estábamos.
Actuamos siempre conforme a la sabiduría que tenemos en ese momento, y si actuamos mal es porque, al menos en ese punto había ignorancia. Es absurdo condenar a la ignorancia desde la sabiduría presente.
Lo que realmente mata al hombre es la rutina. Lo que le salva es la creatividad, la capacidad de vislumbrar y rescatar la novedad.
Reaccionar ante el dolor con animadversión es la manera de convertirlo en sufrimiento. Sonreír ante él es la forma de neutralizar su veneno. Aceptar lo desagradable y entregarse a ello sin resistencia es el modo para que resulte menos desagradable. Lo que nos hace sufrir son nuestras resistencias a la realidad.
Cuanto menos somos, más queremos tener. Cuando no se tiene nada se dan más oportunidades al ser.
Mirar algo no lo cambia pero nos cambia a nosotros. El cambio es, por tanto, el mejor baremo de la vitalidad de una vida.
Cuando dejas de esperar dejas de sufrir. La vida se nos va en el esfuerzo de ajustarla a nuestras ideas y apetencias.
La ideología del altruismo se ha colado en nuestras vidas. Sin embargo el mejor modo de ayudar a los demás es siendo uno mismo. Creer que uno puede ayudar es casi siempre una presunción. Poco de lo que les sucede a los demás es realmente asunto nuestro.
Si hemos de aprender a nadar es mejor que nos lancemos al agua y que no pasemos demasiado tiempo pensándonoslo en la orilla. Este es exactamente nuestro problema en la vida: los titubeos, los miedos, las dudas sistemáticas, el temor a vivir. Siempre es más inteligente lanzarse a la aventura.
No hay nada tan indestructible como un hombre convencido.
O se vive o se muere. Pero quien decida lo primero debe aceptar el riesgo.
Te recomiendo la lectura tranquila y sosegada de este libro que se ha convertido en una pequeña joya de mi colección.
Muchas gracias por el post de esta semana.
Hay varias reflexiones impresionantes que hay que saborear.
Que difícil llevarlas a la práctica, la del dolor me parece muy bonita…
Muchas gracias Juan, lo comparto plenamente.
Abrazos
Hola Álvaro,
Super interesante este libro. Voy a ver si me hago con él.
un abrazo
A ti te va a volver loco este libro.
Gracias por este post y todos los posts semanales. Invitan a la reflexión. Es todo un placer ver la vida con otros ojos, leer otros modos de pensamiento que hace que nos abramos al mundo y a otros modos de habitar en él. Mil gracias de nuevo.
Agradecida con ese escrito leer otras mentes enriquece y más si estas tomaron el reto de crecer en todos los aspectos de la vida. Da energía, sabiduría, deja saber si ando perdida o llevo buen camino.
No dejen de publicar, que delicia de lecturas. Gracias!