Cuando hablamos de talento sería muy interesante tratar de acercarnos a este término desde el uso de un lenguaje adecuado. Con frecuencia se suele abordar el talento desde la perspectiva del “tener” y esto hace que las personas vinculen el talento desde la mirada de quien lo tiene o quien no lo tiene. Si además, desde pequeños escuchamos que algunos niños tienen talento, es muy posible que el primer pensamiento sea que, si a mi no me lo dicen será porque yo no tengo talento.
Como solemos pensar simplificando las opciones, tendemos a buscar siempre esa dualidad de tener o no tener.
Sin embargo te propongo que hablemos de talento desde el ser: Somos talento. No existe la posibilidad de que nadie “no sea”, por lo tanto el punto de partida no está en descubrir si hay o no talento, sino más bien cual es mi talento.
Por este motivo, descubrir nuestro talento requiere indefectiblemente de la necesidad de aprender a gestionarse a uno mismo, conociéndose y mirando hacia dentro más que mirando hacia fuera.
El talento tiene un componente íntimamente ligado con el disfrute. Mi esencia es mi talento porque cuando conecto con mi esencia estoy disfrutando de lo más intimo de mi y pocas cosas pueden hacerme disfrutar más que el hecho de conectar con mi “ser talento”.
¿Qué nos dificulta descubrirlo? En muchas ocasiones el principal obstáculo reside en la importancia que le damos a los objetivos y a sus resultados. Enfocar sobremanera en los resultados puede ser perjudicial para conectar con lo más intimo de nosotros. Desapegarse del resultado no significa quitarle valor, sino colocar el resultado en el lugar adecuado que merece.
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Conviene evitar la tiranía de los objetivos: comprobar que vas en la buena dirección te permite concentrar la atención y disfrutar de cada paso. Lo importante no es cumplir los objetivos: la finalidad de los objetivos es precisamente ayudarnos a disfrutar el presente.
Algunas personas poseen un talento que es capaz de inspirar a muchos otros, personas que se convierten en grandes referentes en la humanidad, pero la gran mayoría posee un talento que influye, desde la sencillez, sobre quienes tienen a su alrededor. Son pequeños héroes cotidianos que utilizan su talento para impactar e influir en personas que necesitan de pequeños ejemplos para seguir adelante.
De poco o nada sirve un talento que no es capaz de influir en otros y movilizar el talento de los demás.
Muy interesante la perspectiva que mencionas del talento.Y me dice sobre la necesidad de Disolver la orientación a los resultados, conectar desde la esencia de uno mismo, ver en qué disfruto y como puedo influir en los otros…. me viene al pelo para un curso que tengo inminente…. Un abrazo Eva Sánchez
Totalmente de acuerdo. Agregaría la habilidad. Esa inseparable necesidad de ensayar, de poner en práctica y valor el talento.
Para que fluya, el río suelta mucha agua…uno por ciento de inspiración y 99 de sudor. En la conciencia plena de los detalles de la habilidad, en ese mindfull cotidiano, en la curva de los aprendizajes diarios, allí, es donde somos talento.
Gracias por el post. Un abrazo
[…] acumula vida cuando la compartes. La vida compartida es imprescindible para estimular el talento que eres. Nadie es capaz de acumular tanta vida por si mismo si no es capaz de ser generoso para que los […]