Hollar la cima de un 8.000 es un gesto de valentía, pero intentar hacerlo en invierno es una osadía tan solo al alcance de unos pocos. La historia de la italiana Tamara Lunger (Bolzano, 1986) es una historia de éxito que no acaba en la cima sino que se construye en la renuncia.
La expedición de la que Tamara era parte trataba de alcanzar la cima del Nanga Parbat (8.125m) en plena época invernal. La posible ventana climatológica de oportunidad que se puede abrir para los alpinistas es casi imposible. Los cerca de 50 grados bajo cero y los fuertes vientos hacen que atacar la cima de este ocho mil sea un acto de valentía cercano a la temeridad. El riesgo es elevadísimo no solo en la ascensión sino por el hecho de resistir al agotamiento de cara al descenso.
La mañana en la que Tamara se preparó junto a sus compañeros para afrontar el último tramo de ascensión, vomitó, se sentía deshidratada y al límite de su resistencia física.
Cuando tan solo le quedaban escasamente cien metros para conseguir tan ansiado objetivo, no más de 30 minutos después de meses de espera, Tamara decidió dar la vuelta. Sabia que si seguía ascendiendo pondría en riesgo al resto de compañeros y hubiera podido llevar a un final dramático a la expedición. De seguir subiendo hubiera puesto a sus compañeros ante la terrible encrucijada de haber tenido que ayudarla a regresar al campo de altura.
Recuerda Tamara que “en la montaña no tengo que contar con la ayuda de otra persona. Necesito salvarme a mí misma, nadie más lo hará. Tal vez mis compañeros lo habrían intentado, pero hubiese sido imposible y solo les estaría metiendo en problemas”.
Tamara antepuso la gloria deportiva, sus posibles contratos publicitarios y ofertas de patrocinios para futuras expediciones por evitar poner más en riesgo su vida y la de sus compañeros. Y todo esto a 8000 metros de altura, exhausta física y mentalmente, a escasos 100 metros de la gloria, dejando el ego a un lado y apelando al sacrificio por el equipo. Un acto de generosidad sin precedentes, renunciando a un objetivo perseguido durante meses a tan solo 20 minutos del final.
Mantener el alto precio del compromiso de pertenecer a un equipo y la responsabilidad y autonomía de saber que todo depende de uno mismo. Tan solo un profundo autoconocimiento es capaz de desprenderse del ego para renunciar y conseguir el éxito.
“Decidí vivir en vez de hacer historia y perder la vida en el mismo día”
Su amigo y mentor, Simone Moro, miembro también de la expedición recuerda emocionado que “Es la primera vez en mi carrera de alpinista que asisto a una demostración tan emocionante de generosidad y ética aplicada a las montañas. En lugar de convertirse en la primera mujer en la historia en coronar un ochomil inédito en invierno, Tamara pensó en nosotros al renunciar. Es una de las cosas más increíbles que he visto en mi vida de escalador”,
Los grandes alpinistas siempre recuerdan que el éxito no pasa por la cima sino por la capacidad de renuncia, que nunca se improvisa.