En esta ocasión dedico el post a un libro, El Zen en el arte del tiro con arco, que por su pequeño tamaño y su exquisito contenido es una obra imprescindible para comprender el camino del crecimiento y la mejora personal.
El Zen es, según Matsu Daoyi (709-788), “la mente cotidiana”, tomar conciencia de la experiencia cotidiana de vivir. Tan sencillo de explicar como complicado de alcanzar.
Y este libro no es otra cosa que la experiencia narrada por el filosofo alemán Eugen Herrigel a lo largo de seis años, siendo discípulo de uno de los más reputados maestros de arquería japonesa. El tiro con arco, así como el arte de la espada, la pintura a la tinta china, el arte dramático, la ceremonia del té o los arreglos florales son caminos de entrenamiento hacia el zen. Caminos todos ellos que no pueden iniciarse “sin la concienzuda dirección de un experimentado preceptor, ni recorrerlo hasta el final sin la ayuda de un maestro”.
Herrigel experimenta la frustración de no ser capaz, durante largos periodos de tiempo, ni siquiera de llegar a tensar el arco japonés (si bien esto es complicado ya que el arco se tensa con los brazos por encima de los hombros).
El espíritu del tiro con arco japonés no reside en acertar al blanco sino en la perfección de los disparos.
“Debes ser cauteloso. No debes tratar de dar en el blanco. No debes pensar en el blanco cuando sueltas la flecha. Dar en el blanco cien veces es banal. Pero al disparar cien veces, dispara bien cien veces: este es un acto sagrado. Con esto, puedes decir que cuando tienes éxito en cien disparos, lo has hecho con el espíritu de la arquería” Kenzo Awa
Cuando, tras más de cinco años practicando, el discípulo conseguía acertar en el blanco de vez en cuando, el maestro le solía reprender diciendo: “Ya sabe que no debe enojarse por los tiros fallados. Pero tampoco debe regocijarse con los logrados(…) tiene que desprenderse de ese fluctuar entre placer y displacer (…) Eso también debe practicarlo incansablemente. No se imagina cuanta importancia tiene”.
Llegado un punto y después de largo tiempo practicando de manera consciente, el maestro se hace invisible: “ustedes han llegado a un punto donde maestro y discípulo ya no son dos, sino uno. Por eso pueden separarse de mi en cualquier momento”. La invisibilidad es el nivel más elevado de liderazgo
“El punto más importante en nuestra práctica es tener un esfuerzo correcto o perfecto. El esfuerzo correcto dirigido en la dirección correcta es necesario. Si tu esfuerzo está dirigido en la dirección incorrecta, especialmente si no te das cuenta de esto, es un esfuerzo engañado. El esfuerzo en nuestra práctica debe ser dirigido desde el logro hasta el no logro” Shunryu Suzuki Roshi
Maravilloso relato que nos pone delante el hecho de entender la excelencia como un camino en el que los atajos no existen, donde la humildad es vital para acercarse a la maestría y que esta no deja de ser otra cosa que mantenerse en la actitud de eterno principiante. Quizá algo que en el mundo occidental resulte extraño al vivir desconectados de nosotros mismos, no entendiendo que arco, diana y arquero se funden en una sola cosa.