Una cualidad para generar confianza es, sin lugar a duda, la credibilidad. La cualidad en un líder para ser creíble, confiable o veraz necesita alimentarse desde una perspectiva personal y profesional.
La credibilidad personal, que se alimenta de la integridad y coherencia. Los líderes honrados dicen la verdad e intentan siempre ser justos.
Son predecibles, mostrando claramente sus posiciones y manteniéndolas. Hacen lo que dicen, son fiables y confiables.
Son transparentes. La ecuación es clara: A más transparencia, más confianza y por tanto más compromiso.
Son modelo y ejemplo. Son los primeros en tirar del carro y los últimos en bajarse. Eso si, trabajan más con quienes más trabajan. Si el líder se ve siempre tirando del carro es que hay algo que no funciona.
Lideran sirviendo. Lo importante no es lo que se promete, sino lo que se cumple. Esta dedicación infatigable potencia también confianza. Predican con el ejemplo.
Mantienen una actitud de cercanía emocional con sus equipos y utilizan con frecuencia las tres expresiones mágicas que abren el corazón de las personas, sin la perniciosa pose de invulnerabilidad tan propia del narcisismo de nuestros tiempos y que impide la conexión emocional profunda con los demás: gracias (expresión de generosidad, de justicia, un signo de reciprocidad), lo siento (humanidad, humildad, has cometido un error y te disculpas), por favor (signo de respeto hacia la otra persona y una apelación a su grandeza y a su libertad). Y es que los colaboradores, los jugadores o los hijos no solo copian tus gestos sino que también terminan pensando como tú piensas. Si en una organización los líderes ponen excusas, sus equipos inevitablemente también lo harán porque copiaran la manera de pensar y actuar que se les transmite a diario.
La credibilidad profesional. Sin ella la credibilidad en el ámbito organizacional no está completa. El equipo también debe confiar en la capacidad técnica del líder para estar en disposición de acompañarle. No se trata de que demuestre que lo sabe todo, que tiene respuesta para todo, ya que de ser así, caería en la arrogancia. Es suficiente con que lo que diga esté correctamente fundamentado, que reconozca con humildad sus lagunas y se preocupe por rodearse de los mejores sin sentirse amenazado.
Desde la credibilidad se genera confianza y desde este punto de partida se puede empezar a construir una visión ilusionante que tenga un efecto rejuvenecedor en los equipos y en las organizaciones. Mirar al futuro es esencial en la labor de un buen líder ya que permite siempre tratar a sus colaboradores por lo que pueden llegar a ser, porque ahí descansa la sana exigencia. Si se les trata por lo que fueron, se acomodan y se rinden. Y si se les trata por lo que son, se les alimenta la vanidad.
El principal desajuste de un líder y que le hace perder por completo su credibilidad es tener una actitud errónea tanto en lo profesional como en lo personal. La inteligencia en acción de un líder es lo que marca la creación de confianza.