Así se subtitula, a modo de claim, uno de las obras de la literatura clásica del management. Su autor, Warren Bennis, (uno de los grandes referentes para quien quiera estudiar el liderazgo) que junto a Burt Nanus, escribieron este libro en 1985 y que ha sido revisado minuciosamente en varias ocasiones, para ser actualizado en aquellos aspectos que han sido necesarios. Sin embargo la esencia del libro podía corresponder a una obra publicada ayer mismo.
Los autores revisan este concepto y tal como explican en su introducción, en el estudio del liderazgo “nunca ha trabajado tanta gente para decir tan poco”. El liderazgo es, sin duda alguna, el tema que más se estudia y que menos se entiende.
El liderazgo requiere ser analizado bajo tres contextos principales sobre los que hemos hablado en este blog en ocasiones anteriores: El contexto del compromiso, el de la complejidad y el de la credibilidad.
Bennis nos aporta su definición acerca de la cualidad sin la cual los líderes no pueden liderar. Y no es otra que el poder entendido como “la energía básica para iniciar y sostener la acción que traduzca la intención en realidad”.
Bennis ya auguraba que nos enfrentábamos a un futuro incierto y poco tranquilizador pero no a un futuro sin visión: “La visión es la mercancía de los líderes y el poder es su moneda corriente”.
Una de las grandes frases de este autor, que se recoge en este libro y que define en gran medida la figura del liderazgo es la diferencia entre quienes administran, haciendo bien lo que hacen y quienes lideran, haciendo lo que hay que hacer.
Pero, ¿cuáles son las 4 estrategias para un liderazgo eficaz?
Estrategia #1: La atención a través de la visión. Es decir, la creación del enfoque. La visión atrapa y cuando se mezcla la intensidad de la visión y el compromiso con ella se genera un efecto de mágico magnetismo.
Para definir esto, que mejor que un maravilloso texto de Bernard Shaw:
Esta es la verdadera alegría de la vida: La de emplearse a fondo con una finalidad cuya grandeza uno mismo reconoce, la de ser una fuerza de la naturaleza y no un manojo insignificante y egoísta de enfermedades y resentimientos que se lamenta de que el mundo no se dedique a hacerle feliz. (…). La vida no es para mi una “simple velita”, sino una suerte de esplendida antorcha que por ahora me toca llevar, y deseo que arda con todo el brillo posible antes de pasarla a las generaciones futuras
Estrategia #2: El significado a través de la comunicación. Toda organización depende de la existencia de significados . En un entorno incierto el papel de liderazgo reside en la búsqueda del “saber por qué” a diferencia del “saber cómo”.
Estrategia #3: La confianza a través del posicionamiento. La confianza como elemento clave, como lubricante que permite que los equipos trabajen, la confianza como pegamento que mantiene la integridad de las organizaciones. Y la confianza a través del posicionamiento tiene que ver con la predictibilidad.
Hay dos razones de peso para Bennis por las que esta estrategia es imprescindible: La primera porque la confianza mantiene la integridad de una organización (y para que tenga integridad es necesario que tenga identidad). La segunda razón tiene que ver con la constancia, con “el mantenimiento del rumbo y con la paciencia heroica” para que las cosas se lleven a buen puerto.
Estrategia #4: El despliegue del yo mediante la consideración positiva de si mismo, construyendo esta consideración positiva mediante tres elementos:
El autoconocimiento de fortalezas y debilidades, la capacidad para entrenar estas fortalezas y aligerar las debilidades y, por último, la habilidad para discernir la adecuación de las fortalezas y debilidades a las necesidades propias del equipo o la organización.
Tener una buena consideración de uno mismo tiene el poder de transmitirse a otros y de conseguir valorar positivamente a los demás. Es un efecto poderoso que da sentido al liderazgo.
Construir un buen concepto de nosotros mismos nos ayuda a esperar más de cada uno de nosotros. Esta es una esencia del autoliderazgo.