Un antiguo proverbio griego dice que “una sociedad se hace grande cuando sus ancianos plantan arboles cuya sombra nunca verán”
La huella social es el impacto que nuestra vida tiene sobre otras vidas. Desde Ubuntu, palabra que significa “Soy porque nosotros somos”, pasando por miles de rituales en el que equipos, organizaciones y sociedades construyen su identidad y su cultura colectiva para dejar un legado que trascienda sus propias vidas.
La cultura de un equipo es un organismo vivo que siempre estará inacabado. Según avanza cada generación, la cultura debe revisarse y actualizarse para que las personas se identifiquen, conecten y se sientan parte de ella.
Para construir cultura es necesario generar rituales que permiten reforzar la adhesión emocional.
Muchos clubes de fútbol utilizan a los grandes deportistas que han formado parte de su historia para ensalzar los valores que han llevado al éxito al equipo. La transmisión de esos valores es fundamental para mantener la identidad y el propósito de los jugadores actuales. En muchas ocasiones esa cultura se transmite a través de historias que conectan con los valores primarios. Es curioso que en algunos casos no es necesario que esas historias serán estrictamente verdaderas para ser reales y mantenerse vivas.
Los valores se construyen dentro y fuera del terreno de juego con comportamientos intachables e íntegros. Y no es solo un terreno exclusivo del deporte sino de cualquier organización profesional. La cultura va más allá de escribir los valores en grandes carteles. Consiste en tener comportamientos cotidianos que honren esos valores.
Uno de las grandes frases de los All Blacks es “tú no eres dueño de la camiseta, eres sólo el cuerpo que la ocupa en este momento”
Un mensaje que ayuda a mantener los pies en el suelo y que aporta propósito, ya que busca dejar la camiseta en mejor lugar que cuando la recibiste. Un alegato a la responsabilidad individual y colectiva. No solo juegas por honrar a tus antecesores sino que juegas por quienes aún no han nacido. Es un legado que pretende perdurar en el tiempo. Un propósito trascendente.
Decía Bernard Shaw “Para mi la vida no es la breve llama de una vela. Es una especie de antorcha espléndida que sostengo por un momento, y que quiero hacerla brillar tanto como sea posible antes de pasarla a las generaciones futuras”
Esto tiene tal calado que en el entramado empresarial no solo vale con ganar o sobresalir. Hay que ganar y perdurar en el tiempo. Y el camino es dejar una huella social, ya que las empresas que lo consigan serán más atractivas al nuevo talento, generarán mayor adhesión y lealtad y cuanto mayor valor aporten a la sociedad mayor valor tendrán como empresa.
Buenísimo, Álvaro. Abrazo.
Gracias amigo…. gran día hoy 😉
Siempre aprendiendo con tus palabras. Un saludo desde la academia de Singapur.